17 ene 2009

10 ene 2009

DROGAS Y TRIFULCAS

Nuestras salidas a Ceuta eran casi diarias, no podíamos ir de paisano y constantemente teníamos que ir saludando a los diferentes mandos militares, incluidos los cabos de la Legión. Había problemas con la Policía Militar por ésta y otras causas. Generalmente los mandos de la P.M. eran “caballas” (ceutís), y como los mas “folloneros” eran los legionarios, cuando veían a uno un pelo desmadrado lo intentaban arrestar, pero al grito de “a mi la legión” todos los legionarios que se encontraran cerca iban a protegerlo, porque el legionario que volvía a la Bandera conducido por la P.M. era arrestado automáticamente.
También tuvimos problemas con los “moros” de los barrios adyacentes. Un legionario borracho tuvo una pelea en un chiringuito muriendo apuñalado. Sus compañeros después de tocar silencio salieron de la bandera por la noche y arrasaron el local. Estos constantes problemas y peleas llegaron a provocar que para salir de paseo a Ceuta, lo tuviéramos que hacer en grupos y enseñando al oficial o suboficial de guardia un arma blanca, para nuestra defensa personal.
A veces algunos legionarios hacían batidas por algunos barrios moros para comprar “costo” y una vez controlado el vendedor, le robaban la mercancía. Pero generalmente y aun con desconfianza las relaciones eran buenas. Algunos compañeros de la escuadra de gastadores se iban los domingos a casas de moros que vivían en casas en el campo y les encargaban un cordero asado. Al hacerlo untaban el asado con kiffi, que les provocaba unos “cuelgues” dignos de ver. Se les notaba enseguida lo colocados que iban, el habla, los ojos, muchos detalles les delataban, pero nadie se metía con ellos. Generalmente la mayoría de los grifotas eran voluntarios de tres años o reenganchados pero también había algunos de la quinta. Al no haberlo vivido anteriormente me chocó mucho el detalle de que aun siendo un producto caro, para el dinero que disponía cada uno, era una cosa que se compartía sin tener en cuenta quien ponía el dinero. Supongo que en este mundillo existe el dicho de “hoy por ti, mañana por mí”.
También era muy importante la cantidad de “bolingas” que había en la compañía y en toda la bandera, algunos bebían como cosacos. Lo normal era ir a la taberna y pedir un cubata de whisky, bebías un poco de cola de la lata y el resto lo llenaban de Jhony Walker, algunos bebían un dedo, pero otros se bebían toda la cola y les llenaban la lata hasta arriba de wisky, mas de ¼ de litro. Cuando llegué al tercio no era capaz de beberme un cubata entero, pero cuando salí, ya era capaz de tomarme tres. Esto para la mayoría eran los entrantes, yo creo que si incineraran a alguno en su funeral, arderían durante días.

4 ene 2009

SERVICIO DE OPERACIONES ESPECIALES (S.O.E)

Como he comentado anteriormente fui dos veces a prácticas de tiro, la primera fue a los pocos días de llegar a la compañía. Nos llevaron al campo de tiro de la VI bandera y disparamos con el cetme a unas dianas colocadas a unos 50 m. Como es normal y siendo la primera vez que lo hacía, aunque las metí todas en la diana los disparos estaban bastante diseminados. Sin embargo el legionario que estaba a mi lado metió las cinco balas en el centro de la diana, enseguida fue destinado al S.O.E. era una de las formas de buscar a los legionarios que cubrirían los puestos bacantes, era imprescindible que fueran buenos en este aspecto y que estuvieran bien físicamente.
Éste cuerpo si que era verdaderamente un cuerpo de élite. Se levantaban por la mañana y cuando todo el mundo iba a realizar la instrucción, ellos se marchaban para hacer prácticas de tiro y marchas de varias horas, volviendo muchos días a la bandera bastante adelantada la tarde.
Yo nunca los vi en acción pero contaban verdaderas maravillas de ellos, incluso se decía que eran campeones del mundo de patrullas de tiro, por delante de los otros tercios e incluso de los americanos. Creo recordar que se trataba de hacer un recorrido de varios kilómetros con un plano y una brújula, y que llegaban a sitios donde tenían que hacer unos disparos sobre dianas, el tiempo y la puntuación en hacer los disparos era muy importante, por lo cual solo se podía apuntar en el primer disparo si ese lo fallabas se fallaban todos y por el contrario si afinabas en el primero incluso podía pasar la bala por el mismo agujero que ya había pasado otra. Los cargadores los llevaban pegados con cinta aislante uno al otro, pero en sentido opuesto, por lo cual llevaban la cuenta de los disparos para evitar disparar en falso y sacaban el cargador dándole la vuelta y volvían a disparar. Para evitar el retroceso del arma y asegurarse que durante los disparos el cetme no se movería utilizaban el hombro y el pómulo y a causa de esto algunos tenían inflamaciones en la cara durante semanas.
Dentro de los actos del día del legionario, había una prueba que era desmontar y montar el cetme en el mínimo tiempo posible con los ojos tapados, ahora no recuerdo exactamente los tiempos, pero no mentiría si dijera que lo hacían en menos de 15 seg. Cuando yo tardaba minutos con los ojos destapados.
Podría hablar muchísimo sobre su estado físico pero es fácil de comprender que con el entrenamiento que tenían eran poco menos que súper-hombres

28 dic 2008

MANIOBRAS POR LA PENÍNSULA






En dos ocasiones fuimos de maniobras por la península, una a Zaragoza y otra a Córdoba.
Para ir a Zaragoza nos formaron en el patio de la bandera con todos los coches y material necesarios para las maniobras. Pasó la Guardia Civil con perros policía registrándolo todo, incluso los vehículos. Sin permitirnos romper la formación subimos a los vehículos y nos llevaron al puerto. Allí nos volvieron a hacer formar y nos volvieron a registrar. No salía de mi asombro cuando después comprobé que la gente tenía bolas de hachís para su consumo como pelotas de tenis y algunos también para trapichear en la península. Como habían conseguido despistar a los civiles y a los perros era un misterio para mí, pero mejor no preguntar.
La escuadra de gastadores encuadrada en el pelotón de observación, se dividió en dos grupos. Mi pelotón estaba al mando de un Cabo 1º, portugués de nacimiento, un artista jugando a las damas, pues aún creyéndome que yo era bueno nunca le gané. Escogimos ir en el último vagón, al aire libre, con nuestro vehículo, pues el material que llevábamos no se podía dejar solo. Nos montamos nuestro garito para protegernos del sol y nos acomodamos para pasar lo mejor posible las casi treinta horas que decían que íbamos a tardar. No me extraña, pues junto a la velocidad que nos desplazábamos, había que sumar que en cada estación teníamos que parar para que pasaran todos los trenes habidos y por haber.
Cada vez que llegábamos a una estación si la estancia era excesiva muchos se bajaban del tren y robaban fruta, hortalizas e incluso hubo quien robó gallinas y patos, y es que algunos estaban sin civilizar.
Cerca de la provincia de Zaragoza, llevábamos un rato parados en una estación, cuando se acercó un joven, que nos preguntó si llevábamos “costo” para vender. El Cabo 1º le dio una calada de un porro que estaba fumando en ese momento y le enseño la bola que llevaba para su consumo y el chaval alucinaba con la calidad del producto. Le enseñó una pastilla envuelta en papel de plata de unos 50 gr. y le dijo que le costaría 1000 pts. El joven se fue rápidamente en busca del dinero, pues era una oportunidad única. Al cabo de pocos minutos volvió y a cambio del dinero, el Cabo 1º le dio la pastilla. El joven bastante nervioso escondió la pastilla entre sus ropas y se fue al andén que estaba a escasos 50 m. allí la abrió y su sorpresa fue mayúscula cuando comprobó que no era hachís, sino una tableta de chocolate que nos daban como comida de supervivencia. Cabreado la tiró al suelo y vino hacia nosotros para exigirnos la devolución del dinero, pero el Cabo 1º le sacó la pistola y le dijo que si no se iba le pegaba dos tiros y el chaval salió corriendo con el rabo entre las piernas.
Al llegar a Zaragoza nos instalamos en el campo de maniobras en pleno desierto de los Monegros. A media tarde nos dieron fiesta, pero nos prohibieron que fuésemos a ningún pueblo y menos a la Ciudad. La gente sin hacer caso y en traje de faena se pusieron en marcha hacia donde se suponía que debía estar Zaragoza. Después de andar unas dos horas, campo a través, nuestro grupo de unos 50, llegó al Ebro, no teníamos ningún puente a la vista y empezaba a anochecer, como no sabíamos hacia donde estaba el puente mas cercano, unos fueron hacia la derecha y el resto nos fuimos hacia la izquierda. Al cabo de una hora llegamos a un puente muy estrecho con una puerta metálica cerrada con un candado, al otro lado del puente había una pequeña construcción, no lo pensamos y reventamos el candado y cuando estabamos pasando el puente nos dieron el alto, un policía militar nos apuntaba con el subfusil. Después de explicarle a él y al Cabo lo que nos había pasado nos comentaron que si hubiéramos ido en la otra dirección no habríamos encontrado ningún puente para pasar el río en muchos kilómetros. Por fin y a cambio de unos “canutos” nos dejaron pasar y nos explicaron como llegar a la carretera que iba a Zaragoza. Al llegar a la carretera encontramos un restaurante donde había mas de cien legionarios, muchos de ellos se fueron sin pagar las consumiciones. Se pidieron taxis que nos llevaron a la ciudad de Zaragoza. Allí quisimos entrar en una discoteca, pero no nos dejaban, armamos un escándalo y le amenazamos a los gorilas de la puerta que si no nos dejaban entrar llamaríamos a muchos mas compañeros y le quemaríamos el local, no tuvieron otro remedio que dejarnos pasar. Ya de madrugada sabiendo que teníamos que estar a las 7 de la mañana en el campamento, cogimos unos taxis, cuando llegamos había mas de 20 taxis esperando a que algunos legionarios que habían traído hasta el campamento les pagasen el viaje, cosa que no pasaría. A raíz de estos problemas y otros mas graves, causados por algunos legionarios, se nos prohibió volver a Zaragoza, con amenazas de prisión para el que fuera.
A la vuelta y pasando cerca de Madrid, dos compañeros de la escuadra saltaron del tren para poder ir a ver a su familia en la Capital y después entregarse para no ser dados por desertores. Pero tan mala fue la suerte que tuvieron que al llegar a la carretera y hacer auto-stop los paró un Capitán del Tercio destacado en Madrid, por eso fueron arrestados durante un mes en la Pelota a su regreso.
Córdoba fue diferente, allí con mas experiencia pude pasar un equipo de música, una cámara de vídeo super 8 mm. y un proyector. La pregunta es donde pasé la mercancía, pero creo que es mejor que se quede en una pregunta sin respuesta, el ingenio no tiene límites.
Aquella zona de Cerro Muriano estaba más preparada para recibir a los legionarios y podías ir por el pueblo entrando en todos los bares. En uno de ellos entablé amistad con una chica y su familia, que me permitió guardar los equipos de sonido y vídeo hasta que tuve mi primer permiso y pude pasar a buscarlos. En estas maniobras los desmanes fueron mucho menores.


21 dic 2008

SERVICIOS Y GUARDIAS ESPECIALES



La compañía entraba de guardia cada tres días, más refuerzos e imaginarias y durante el día los servicios que fueran necesarios, en total mas de 150 durante la mili. Por suerte la escuadra de gastadores solo hacía guardias en Capitanía General y en el Palacete que utilizaba el Capitán General de la Región cuando visitaba Ceuta y algún refuerzo que otro en un polvorín cercano a la VI Bandera.
Era muy vistosa la guardia de Capitanía, pues estaba situada en el centro de la ciudad, muy cerca del puerto. Por delante tenían que pasar todos los “giris” que llegaban a Ceuta en el ferry. En la subida y bajada de la Bandera hacíamos toda la escuadra movimientos de armas, también en los cambios de guardia y todo el mundo se paraba admirado para verlo, sacando multitud de fotos que deben estar circulando por medio mundo. El puesto de la puerta principal era el mas difícil, ataviados con el traje de gala y con todo el cordaje y utensilios, tenías que estar una hora en la posición de firmes y saludar a todos los mandos que entraban y salían. Cuando llegaba el relevo y tenías que hacer diversos movimientos de armas para el intercambio estabas enquilosado y no te podías ni mover. Para evitarlo convencimos al cabo de la escuadra de hacer los relevos de la puerta principal cada vez que pasara un grupo de chicas o de extranjeros. Nos pavoneábamos delante de todo el mundo, de esta manera se hacían las guardias mas amenas y divertidas.
Por desgracia a los pocos meses hubo en Ceuta un atentado, atribuido a ETA, y la guardia pasó a realizarla la Policía Militar, de esta manera se evitó que pudiéramos ser un “reclamo turístico” para Ceuta, como el cambio de la Guardia Real en Londres (es broma).
Pensamos que de esta manera haríamos menos guardias todavía, pero estábamos equivocados. El Capitán General de la Región estuvo mas de seis meses en Ceuta y solo quería que le hiciera guardia la Legión. Es ilógico que un Capitán General cuyo cuartel general estaba en Sevilla estuviera tanto tiempo en Ceuta, pero se lo debía pasar bien, muy bien, porque muchos días salía por la noche y regresaba a las tantas, y eso que era bastante mayor.
Aún con todo esto solo hicimos menos de una tercera parte de las guardias que hizo la compañía. También se hicieron un par de servicios especiales. El primero fue en una reunión de autoridades y personalidades en un palacete de la ciudad. Nos dieron una lanza a cada uno, como a los indios, y nos pusieron a lo largo de una escalera vestidos de gala para hacer bonito. Creo lamentable que permitieran utilizar a la escuadra de gastadores en esos menesteres.
Pero más lamentable fue el otro servicio. Era media mañana cuando nos avisaron que nos pusiéramos nuestras mejores galas con todos los cachivaches, que nos íbamos a la Península. Sin explicaciones nos subieron a un helicóptero, que nos llevó cerca de Jerez. Allí subimos en un camión que nos llevó a una iglesia, donde nos dijeron que íbamos al velatorio de un general que había sido legionario y que había hecho hincapié en que quería a la Legión en su velatorio. Estuvimos casi dos horas velando al difunto en posición de firmes y después de la misa tuvimos que llevar el féretro a hombros hasta el coche fúnebre, allí fue donde entendí el dicho que dice “pesas más que un muerto”, entre cinco gastadores como armarios, todos de más de 1.80 m., no podíamos con el ataúd.

14 dic 2008

LA VIDA EN LA COMPAÑÍA




A la llegada a la compañía hice nuevos amigos, unos por compartir muchas horas con ellos, como eran los componentes de la escuadra de gastadores y otros por ser de carácter parecido al mío y de los cuales guardo muy buenos recuerdos sobre todo del madriles, (Antonio Martínez) y el valenciano de la 8ª compañía (creo que se apellidaba Martí), y a los cuales me gustaría volver a ver algún día.



Sin embargo, a mi mejor amigo, Diego, lo conocí varias semanas después. Él, por ser persona que tenía estudios universitarios estaba destinado en la Plana Mayor del Tercio, en el Serrallo. Siendo mas joven había tenido problemas con la Guardia Civil al ser detenido y fichado en una manifestación mientras hacía fotografías para un periódico de su localidad. Cuando llegaron los datos policiales, le privaron de su destino como fotógrafo y lo mandaron a mi compañía.




Los primeros meses no fueron fáciles sobre todo cuando me arrestaron por no entregar la munición, ese tiempo hizo que estuviera mas tiempo con algunos cabos y suboficiales de la compañía y que estos me conocieran mejor. Como suele pasar, los mandos militares, como los de la vida civil, se aprovechaban de las personas a su mando, y al ser electrónico enseguida empezaron a decirme que fuera a sus casas que tenían aparatos o instalaciones estropeadas.




Poco a poco me ofrecieron tareas de pequeña responsabilidad en la compañía hasta que por fin conseguí llevar el estadillo de todos los materiales, utensilios y personal, lo que me ofreció la posibilidad de tener un pequeño destino y librarme de las clases teóricas de la tarde. Llegó incluso el momento que el Capitán de la compañía me mandaba hacer algunos deberes que le mandaban en el curso de Comandante. Aunque el destino era bueno cuando me licencié, busqué alguna persona que fuera capaz de sustituirme y allí me di cuenta del analfabetismo general pues fue imposible encontrar a una persona capaz y que no tuviera un destino mejor.
No es de extrañar que perdiera un montón de kilos durante el tiempo que estuve allí, entre la instrucción y la comida tan mala. Llegaba a ser horrorosa en función del oficial que entraba de cocina, algunos se cambiaban el coche bastante a menudo. Mi dieta era un bocadillo a media mañana y otro a media tarde y con eso pasaba todo el día. Los fines de semana que iba a Ceuta los recuerdo sobre todo por ir a comer a un restaurante donde pedía unos platos combinados de lomo, patatas fritas y huevos y me ponía hasta las cejas.
La zona de literas y taquillas de la compañía era rectangular, las literas estaban en la zona central y las taquillas en las paredes, conforme se iban licenciando ibas ocupando las literas mas altas (eran de tres pisos) y las taquillas de otros compañeros que avanzaban a ocupar las que quedaban vacías. Esto era imprescindible para que el cabo furriel supiera quienes eran los abuelos de la compañía, pues a la hora de formar entraba por la derecha dando palos a todo el mundo para desalojar. Conforme llegaba a la zona de la izquierda de los mas veteranos dejaba de dar palos y te pedía que fueras saliendo, menos mal que tenía un detalle.
Todos los fines de semana los arrestados movían todas las literas y sacaban las taquillas y a parte de tapar los agujeros que habían hecho las ratas, con cemento y cristales, se quitaban kilos de porquería, la verdad es que había muchos guarros en la compañía. Incluso ladrones pues a mí me abrieron la taquilla dos veces para quitarme dinero una vez y comida y fotos la otra.
Al no poder salir a la calle de paisano, solamente vestido de militar, era impensable poder entrar en una discoteca o entablar conversación con una chica, por eso el circulo de amistades estaba limitado a los compañeros de la compañía y poco mas. Con el tiempo empecé a tomar confianza con algunos mandos, incluso un buen sargento me propuso meterme en el curso de suboficiales y que me quedara en el Tercio, pero la vida civil para mí era mucho mas importante. También hay que considerar que no me encontraba demasiado realizado con la vida militar.
Entre los cabos había bastantes extranjeros, Mozambique, Portugal, Alemania, Nigeria, Italia. Precisamente uno de ellos era el cabo italiano Máximo Testa, persona huraña, desconfiada y grifota, tristemente celebre hace algunos meses por conocerse que había cometido un asesinato en su país y haber huido de la justicia en los años setenta.
Contaban que con 17 años el cabo ........, en su Galicia natal, había matado a una persona por accidente. Su familia, influyente en la zona, y para evitar a la justicia le habían obligado a ingresar en la Legión. Parecía encontrarse permanentemente en un estado de trance, entre amargado e ido. Era una persona que no respetaba a sus subordinados y no le importaba pegar para dar a entender que, pese a su edad, era él el que mandaba.
Junto a lo malo, también se daban otros casos como el del cabo primero Jhon, nigeriano de nacimiento, sin demasiados dotes para ser mando de la legión, pero una persona responsable, buena y dispuesta a vivir su nueva vida en el ejercito, como instrumento de integración en su nuevo país de adopción.
Se dieron varios casos de suicidios en el periodo que yo estuve allí, pero hubo dos que me impactaron mas por ser personas conocidas. Uno fue en la VI Bandera, compañero que estuvo conmigo en la unidad de instrucción y que se suicidó al mes de volver de un permiso, según sus compañeros por haber dejado embarazada a la novia de su hermano. El otro fue también muy trágico, éste era un cabo de mi compañía, voluntario de tres años, le quedaba un mes para licenciarse. Estaba de guardia en unos locales militares desocupados cercanos a nuestro cuartel, celebraba una de sus últimas guardias entre alcohol y droga. Dio la casualidad que se presentó el Jefe Militar de Ceuta para hacer una inspección rutinaria, encontrándolos a todos durmiendo la mona. Los despertó y como máximo responsable, amenazó al cabo con un juicio militar, vaticinándole que iría mucho tiempo a la cárcel. El cabo obcecado por el alcohol, las drogas y la reprimenda del superior, cogió su subfusil y antes de ser relevado de la guardia se vació el cargador en la cabeza, muriendo en el acto.
Contaban que poco antes de llegar a la bandera, una persona se mató en la pista americana y cosa impensable para un civil la pista fue arrestada, por lo cual no la pasé ni una sola vez. También es verdad que estaba en muy mal estado y podía haber habido accidentes graves.
Casi todos los días veía pasar por las puertas de la bandera a los regulares haciendo marchas de varias horas, sin embargo, en todo el tiempo que estuve allí solo hicimos dos marchas y cosa mas impensable todavía en un cuerpo supuestamente de élite, fue comprobar que en todos los meses que estuve allí solamente fuimos al tiro dos veces. Por eso comentaba anteriormente que el tiempo que yo estuve en la Legión fue una época de transición y que verdaderamente los que dan carisma a la Legión son los voluntarios y no los de la quinta como fue mi caso.
Mi mejor amigo se trajo el coche y pese a estar prohibido llevarte tu coche particular a Ceuta, consiguió un permiso especial para el suyo, esto nos permitía tener un poco mas de independencia que los demás y llegar a sitios donde generalmente no había militares. Encontramos un pub cerca de la frontera por su zona norte, donde nos podíamos codear con los civiles, aun yendo vestidos de militar, y tomar unos cubatas como lo hubiéramos hecho en la vida civil, escuchar música, recordar la vida que habíamos dejado en la península y hacer proyectos de futuro. Parece mentira pero esos días a la vez que te levantaban el ánimo por hacer cosas inusuales, te embargaba la nostalgia hasta límites insospechados. Como cosa super-especial y avalados por un sargento amigo nuestro, conseguimos que una noche nos dieran permiso para salir vestidos de paisano junto con el cabo Jhon e ir a una discoteca, donde teníamos siempre el paso prohibido por ir vestidos de militar. Hay que darse cuenta como se valoran algunas cosas, simplemente porque no las puedes hacer.





8 dic 2008

LA ESCUADRA DE GASTADORES







Como ya he contado al principio los comienzos en la escuadra de gastadores fueron harto difíciles, pero poco a poco me fui acoplando hasta conseguir mi puesto.
Casi todos sus componentes eran “grifotas” en mayor o menor medida y desde buena mañana iban ciegos, pero en general eran buena gente. Con ellos eché mis primeras caladas a un canuto, insistían tanto en hacerme participe de sus juergas “canuteras” que alguna noche antes de irme a dormir le daba alguna calada a uno. También fue con ellos donde oí por primera vez la palabra “tronco” y un montón de palabras nuevas para mí, utilizadas muchas de ellas en la jerga madrileña, pues varios de ellos eran de allí.




Teníamos un cordero como mascota. Se llamaba Canuto, tenía unos cuernos retorcidos que daban miedo y que los días de desfile le pintábamos de color dorado. También le colocábamos un correaje especial e iba con la escuadra a todos los sitios. Su cuidador, uno de los gastadores mas antiguos, era una persona que hacía muy bien su trabajo y esto es imprescindible para que un animal te siga. Canuto era un verdadero “legía”, se comía las colillas y restos de canutos, bebía cerveza y cubatas.
Cada fin de semana subíamos a Garcia Aldave, sede de la VI Bandera, a realizar el sábado legionario y con ello conseguíamos experiencia en desfilar.
Al licenciarse los gastadores que estaban cuando llegué a la escuadra, solo quedaron los nuevos como yo y los voluntarios de tres años. Al estar el cabo de la escuadra en la prisión de Cádiz por tráfico de hachís, como ya he contado anteriormente, el mas antiguo de los voluntarios entró en el curso de cabo y se hizo cargo de la escuadra.
A los sábados legionarios, solía venir casi siempre los diferentes mandos de la legión, pero también, visitas de otros cuerpos con sus coroneles o generales al mando. En función de las estrellas del mando militar que venía así era el paso en el desfile, que podía transcurrir entre los 120 y los 160 pasos por minuto.
A los cuatro meses de estar en la escuadra, por diferentes circunstancias (la verdad es que éramos bastante perros), estuvimos varias semanas sin desfilar los sábados y nos relajamos en la instrucción, perdiendo parte de la fuerza física, imprescindible para aguantar un desfile. Un viernes nos avisaron que había que subir al día siguiente a desfilar, preparamos todo el equipo y el sábado subimos. La recta del desfile era de escasos doscientos metros, pero había un repecho de unos cincuenta metros antes de entrar en la recta. Cuando la banda de música se puso a tocar, aquello iba a una velocidad superior a 160 pasos por minuto, seguro que la visita era de un Teniente General. Subimos la rampa a toda mecha y justo delante de la tribuna no podía con mi alma y perdí el paso. Con un poco mas de experiencia hubiera dejado de bracear y eso me hubiera permitido no perder el paso.

Al llegar a la compañía, el Capitán estaba furioso de veras.
- ¿Cómo se puede perder el paso delante de la tribuna ...?
Me repetía una y otra vez.
- El Comandante de la Legión quería que te metiera en la “Pelota” durante treinta días.

La “Pelota” era la prisión que teníamos en la Bandera y donde estaban los mas conflictivos. Era escalofriante, trabajabas todo el día a pico y pala, haciendo un complejo deportivo, un campo de tiro o recogiendo la basura de la Bandera y el resto del tiempo estabas al servicio de los caciques que estaban allí presos. Cuando el Capitán me dijo eso me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo que se me pusieron por corbata. Por suerte el arresto fue en la compañía.
Al cabo de un tiempo hubo una pequeña reestructuración en la escuadra y trajeron a un Cabo de otra Bandera que había sido Cabo de Gastadores años atrás. Éste hombre con barba y algo deteriorado físicamente, parecía tener mas de 40 años aunque solo tenía 30, le llamábamos “Cabo bolinga” por la cantidad de alcohol que era capaz de ingerir y las borracheras que pillaba.
Nos enseñó múltiples movimientos de armas a cada cual mas vistoso e imprimió un nuevo carácter a la escuadra. Con entrenamientos muy duros, instrucción y movimientos de armas, se consiguió un magnífico ambiente dentro de la escuadra hasta conseguir, bajo mi punto de vista, ser los mejores del Tercio. El colofón fue cuando en un sábado legionario y fuera de los actos oficiales, hicimos movimientos de armas a las ordenes del Cabo, donde estuvimos varios minutos haciendo movimientos acompasados toda la escuadra, al acabar nos aplaudió todo el mundo, incluso los mandos que nos vieron nos felicitaron.


Una vez desfilamos en las inmediaciones del puerto, en una recta que debía tener mas de un kilómetro, la experiencia esta vez me permitió no cometer la misma equivocación que cuando perdí el paso por estar cansado. Mantuve el brazo sin bracear hasta que quedaron 50 metros para la tribuna y de esta manera no tuve problemas.
El entrenamiento es básico para poder aguantar un desfile sobre todo si es en el día de las fuerzas armadas, los que habían ido alguna vez contaban que los entrenamientos eran mañana y tarde, durante tres meses, a unos ritmos muy fuertes, para que el cuerpo pudiera aguantar el día del desfile.
Voy a contar una anécdota que me paso en el permiso que tuve pocos meses antes de licenciarme. Al volver a Barcelona varios de mis amigos estaban licenciados y fuimos a tomar unas copas. Uno de ellos me retó a que era capaz de mantener mi ritmo braceando el tiempo que hiciera falta y a la velocidad que yo quisiera. Eran las tres de la madrugada y nos pusimos en medio de la Diagonal a desfilar, no solo no me aguantó ni cinco metros sino que no fue capaz ni de llevar el ritmo de braceo ni el del paso. El paso debe ser rápido y corto, sino es imposible.
Donde se siente una admiración fuera de lo normal por la Legión es en Málaga y toda su provincia. Fuimos a desfilar en Semana Santa a Ronda, donde se preveía que se destacaría un nuevo Tercio de la Legión en poco tiempo.
El fervor religioso y la admiración que tenían aquellas personas por sus Santos y por la Legión era encomiable. Los varios desfiles que tuvimos que realizar en los diferentes días de la Pasión te ponían la carne de gallina y te llenaban de orgullo de ser legionario y gastador.
El paso para desfilar en Semana Santa, te permite realizar diferentes movimientos de armas andando. Los tiempos de cada movimiento se pueden marcar mejor, para conseguir una mejor sincronización entre todos. Cuando a una escuadra de gastadores de siete personas se les ve hacer movimientos de armas sincronizados, es de una belleza plástica maravillosa y difícil de imaginar para el que no lo ha visto nunca, lástima que no tenga ninguna grabación de video de esos momentos porque para mi fueron maravillosos.


29 nov 2008

! MALDITOS CANALLAS ¡


Aún no me había situado en la compañía, cuando a los dos meses, un día tocaron “generala” para toda la Bandera, cogimos nuestros equipos y armamento, sin saber lo que pasaba, ni a donde íbamos. Nos trasladaron a la frontera con Marruecos, cerca de la IV Bandera.
La escuadra de gastadores, estaba inscrita tácticamente como Patrulla de Observación. Pudimos comprobar, con nuestros aparatos de observación, que solo había unos cuantos militares marroquíes haciendo el indio y después de tres horas recogimos el equipo y de vuelta a casa.
En mi Bandera era obligado, para todo el mundo que no estuviera de servicio, ducharse todos los días como mínimo una vez, generalmente después de la instrucción. Como éramos cientos de personas y las duchas eran pocas se hacía todo a la carrera, para llegar los primeros. Cuando llegamos a la compañía después de la “generala”, teníamos tres minutos escasos para entrar, entregar el armamento, quitarnos la ropa, las botas y salir en pantalón de deporte, zapatillas y con los utensilios de limpieza. Cuando llegué a mi taquilla y para ganar tiempo me quité la camisa, la camisola y las trinchas todo a la vez, y “pa dentro”, salí como una exhalación, porque venía el cabo cuartel dando leña. Nos duchamos toda la compañía y a la vuelta mientras me cambiaba apareció el Brigada que estaba de oficial de semana. Preguntó quien no había entregado la munición, en ese momento recordé que yo no la había entregado. Era munición de subfusil que pesa poco y se suele llevar en la parte trasera de las trinchas, al quitarme todo a la vez no me di cuenta que las llevaba. Entregué la munición al oficial y al cabo de un minuto el cabo cuartel me dice que en la puerta de la compañía estaba un Sargento (al cual no quiero nombrar, por ser un cobarde), que pertenecía a la compañía, pero no era nada mío, y que me presentara a él.

Me presenté:
- A sus ordenes mi Sargento.
- Chaval no sabes que hay que entregar el armamento y la munición.
- Si, mi Sargento, pero con las prisas se me ha olvidado.
- Bueno, para que no se te olvide.
Me dio seis bofetadas, en posición de firmes en la puerta de la compañía.
- ¿Ordena alguna cosa más mi Sargento?.
- No.

Volví a mi taquilla y el cabo cuartel me dice, el Sargento de Semana (otro que tal baila) te llama.
- A sus ordenes mi Sargento.
- ¿ Por qué no has entregado la munición?
- Con las prisas se me ha olvidado
Me dio dos bofetadas que valieron por las seis que me había dado el otro.
- ¿Ordena alguna cosa más mi Sargento?.
- No.

Vuelvo a mi taquilla y vuelve el cabo cuartel diciéndome que me presentara al Capitán de la compañía. Pensé, éste me arranca la cabeza y acaba conmigo.
- A sus ordenes mi Capitán.
- Que le ha ocurrido muchacho.
- Con las prisas para ir a las duchas se me ha olvidado entregar la munición.
- Bueno que no vuelva a suceder, está usted arrestado dos semanas en la compañía.
- ¿Ordena alguna cosa más mi Capitán?.
- No, puede retirarse.

14 días barriendo y fregando una vez tras otra, limpio sobre limpio y moviendo taquillas y literas de tres pisos.
¡Qué crimen más horrendo había cometido¡, 10 min. de retraso en la entrega de la munición que en ningún momento salió de la compañía. Es espantoso pensar que cada vez hay mas personas, si se les puede llamar así, que se aprovechan de su cargo ya sea civil, político o militar, para humillar físicamente y moralmente a sus subordinados y que los que tienen mínimamente el poder hacen y deshacen a su antojo, generalmente respaldados por sus mandos que hacen la vista gorda. ¡malditos canallas¡

23 nov 2008

DESTINO EN LA BANDERA


A la vuelta del permiso de la jura, me destinaron muy cerca de la ciudad de Ceuta, en la V Bandera (Recarga), 9ª compañía, que era la plana mayor de la unidad, donde estaban casi todos los destinos.
Nada mas llegar, por mi altura, me cogieron para la escuadra de gastadores, aunque lo que yo quería era ir a transmisiones, por ser en la vida civil electrónico y pensar que con un buen destino pasaría una mejor mili.
Los gastadores y el S.O.E (Servicio de Operaciones Especiales) tenían preferencia a la hora de escoger al personal que necesitaban. La prueba que hicieron los gastadores básicamente fue la instrucción. Pensé que haciendo las cosas mal no me escogerían, pero al que fallaba en la instrucción le pegaban puñetazos o golpes con el cetme y, por evitar que me zurraran, hice las cosas bien y ese fue mi destino.
La mayoría de gastadores que había en la escuadra, estaban a punto de licenciarse, era un lujo poder codearte con ellos, verlos desfilar y hacer movimientos con las armas. Habían estado desfilando en Málaga en Semana Santa y la Guardia Civil de aduanas había encontrado en su arcón de materiales varios kilos de hachís, por lo cual el cabo de gastadores, como responsable de la escuadra, había sido arrestado seis meses en una prisión de Cádiz.
Por suerte, uno de ellos, extremeño, que tenía bastante prestigio dentro de la escuadra, me cogió bajo su protección, y por eso el resto me respetaba y prácticamente no tuve problemas los dos primeros meses. Los entrenamientos eran duros, pero la escuadra tiene un prestigio dentro del Tercio y hay cosas que se tienen que respetar por tradición. Aprendimos a desfilar con paso firme y con chulería, movimientos de armas, taconazos sonoros y, sobre todo, darnos con el cetme en el hombro de manera que se oyese perfectamente el encuentro del arma con el hueso..., una burrada como otra cualquiera. En la escuadra de gastadores todo es desproporcionado: son los que levantan más la cabeza, llevan el brazo más arriba, dan los taconazos y los golpes al cetme más fuertes, los que sacan más pecho, los más chulos, son, en definitiva, una institución dentro del cuerpo y muy respetados en aquellos tiempos por todo el mundo.

17 nov 2008

UNIDAD DE INSTRUCCIÓN







Hasta llegar a Ceuta nos habían tratado con correcta dureza, pero la línea de conducta de los instructores, cambió nada más tocar tierra el barco. Con prisas, empujones y malos modos nos volvieron a subir a unos camiones militares que nos llevaron a García Aldave, sede de la IV bandera de la Legión y a su vez unidad de instrucción del Tercio Duque de Alba,II de la Legión.
Nos hicieron bajar de los camiones a golpe de pito, pegándonos con cimbreantes ramas, que silbaban al viento y que te dejaban verdugones allá donde se encontraban con tu piel.
Nos metieron en unos barracones alargados y viejos, donde nos asignaron cama y taquilla. Los primeros momentos fueron de desasosiego, añoranza de la familia y amigos, dar vueltas a la cabeza preguntándome, ¿donde me he metido?.
Poco a poco, vas encontrando tu sitio, conoces a nuevos compañeros y entablas amistades que esperas que duren todo el tiempo que debes pasar en “cautividad”. Nuestros mandos e instructores nos volvieron a leer la cartilla de forma imperativa, advirtiéndonos que estábamos a escasos metros de la frontera de Marruecos, de las graves consecuencias de una deserción y de caer en manos de los militares marroquíes.
Como carente de sentido, por su posición geográfica, Ceuta es zona montañosa y verde, muy diferente a como había creído que sería. El acuartelamiento estaba rodeado en gran parte por una zona boscosa.
Para las imaginarias nombraban a dos legionarios que se relevaban cada dos horas, nos daban solamente un machete y uno la hacía en el barracón y otro en el patio, zona donde no había vallas de protección y muy poca iluminación. Si alguien quería entrar lo tenía bastante fácil. Estas imaginarias exteriores te ponían los pelos de punta por no saber lo que pasaba a escasos metros. Algunas veces pasaba la guardia de la bandera haciendo un recorrido por todos los puestos, pero en vez de apoyarte y darte ánimos, te lo ponían más crudo, explicándote historias fantásticas de cosas que habían pasado anteriormente y gorreándote tabaco y mechero.
Por la noche, todo a oscuras y a escasos metros, se oían ruidos, eran marroquíes que pasaban la frontera con bultos para trapichear en Ceuta. Algunas veces se oían tiros de algún legionario del acuartelamiento que hacía guardia y que daba el alto, pero que al no recibir respuesta vaciaba el cargador; por la mañana aparecía algún animal muerto.
Desde el patio de la unidad de instrucción se divisaba el estrecho de Gibraltar, veías llegar y partir “ la paloma ”, el ferry que une los dos continentes, y la añoranza se apoderaba de ti conforme iban pasando los días. En los ratos libres los reclutas escribíamos cartas a nuestros familiares, explicando lo inexplicable ¿Qué se nos había perdido en el Tercio?, y tranquilizándoles, pero sin duda los que peor lo pasaban eran los que habían dejado a la novia en la península.
Nos dividieron en pelotones de unas 15 personas al mando de un cabo primero o un sargento, ayudados por instructores que llevaban galones de cabo sin serlo, eran voluntarios de tres años que estaban bien vistos por sus mandos en la compañía, y como premio los mandaban a la unidad de instrucción rebajados de servicio de armas. Comenzamos la instrucción, marcando el paso y poco a poco se fue endureciendo el entrenamiento. Mi pelotón estaba al mando de un Cabo Primero, “chusquero”, que debo reconocer que era un instructor de primera y sabía mandar a la perfección. Los que fallaban no debían pensar lo mismo, pues eran maltratados por él, física y psíquicamente: recibían desde insultos hasta secos y dolorosos golpes en el pecho, también era habitual empezar la instrucción y el primero que fallaba, lo ponía en cuclillas con el cetme por encima de la cabeza en la orilla de un pequeño precipicio, de unos quince metros de profundidad, y de un empujón con el pie bajaba rodando toda la pendiente.
Estos maltratos que la mayoría no acababan de entender por no ser cosa habitual en su vida cotidiana, terminaban por ser aceptados; y se hacía lo imposible para que no le tocaran en suerte a uno mismo. Algunos, acostumbrados a ser respetados en la vida civil, como le pasó a un recluta, boxeador profesional, no toleró que un instructor le golpeara sin razón, se volvió y de un puñetazo le rompió la nariz. Fue arrestado y conducido a prisión, por culpa de un mamón sin dos dedos de frente al que se le habían subido los galones...
Los días pasaban entre teoría e instrucción. Un día, sin previo aviso, nos dijeron que saldríamos a dar un paseo por el monte. Íbamos maqueados en ropa de faena. Al salir del acuartelamiento nos dijeron que nos desplegásemos porque íbamos a desarrollar una clase práctica de toma de un puesto de mando enemigo; pero lo bueno es que no nos dijeron dónde estaba el supuesto puesto de mando. Me tocó en un extremo del grupo desplegado, y el sargento, a toque de pito, te avisaba para que corrieras, sin saber hacia dónde, y para que te despanzurraras contra el suelo, al siguiente toque de pito. La zona por donde yo avanzaba era muy escabrosa y me magullé varias veces por caídas y “barrigazos”. Perdí la cartera y las llaves; me tiré donde creía que había solo hierba; pero debajo había un charco... Una tarde inolvidable, muy recomendable para los que se aburren en casa.
Pasaron las semanas y entre la comida tan mala que ponían y tanto ejercicio había perdido ocho kilos y parte de mi dignidad, pues solo éramos carne de instrucción. También es justo decir que sin una instrucción tan severa hubiéramos llegado a las compañías sin la suficiente preparación y quizás hubiera sido peor.
Por fin juramos bandera, después de dos meses y medio de despropósitos y diversas barbaridades y nos permitieron volver a casa durante dos semanas.

8 nov 2008

INTRODUCCIÓN


Transcurrían los últimos días de febrero de 1979, cuando me presenté en mi Caja de Reclutas de Barcelona, días fríos e intempestivos no ayudaban a estar tranquilo y el desasosiego me inundaba todo el cuerpo.
Iba hacia una aventura no deseada y solo el tiempo me diría si merecía la pena perder año y medio de mi vida, para el entretenimiento de algunas personas.
El sorteo de mi destino militar no me había beneficiado en nada, ir a Ceuta no era una bicoca, pues para mí aquellas tierras estaban en el fin del mundo. Por aquellos días, amigos que cumplían su servicio militar, venían cada poco tiempo a casa, (vaya chollos pillaron algunos), yo no podría, pues aunque me concedieran permisos estaría demasiado lejos de mi hogar.
Después de pasar lista, nos condujeron al “borreguero” que nos transportaría a la unidad de instrucción de Camposoto, Cádiz, donde transcurriría el tiempo de instrucción antes de la jura de bandera. Algunos estaban contentos y animados, pero la mayoría iban pensativos y cabizbajos.
Casi 24 horas duró el viaje en tren hasta llegar a nuestro destino, un suplicio agravado por los pensamientos en los seres queridos que dejabas atrás.
Al llegar nos distribuyeron en pabellones prefabricados con literas de varios pisos y nos leyeron un poco la cartilla, por si alguno pensaba desertar.
Había varios grupos de captación en la unidad de instrucción, Guardia Civil, C.O.E, Legionarios. Se chuleaban y pavoneaban con sus mejores galas, intentando atraer la atención de los reclutas. Los legionarios con camisa abierta, barbilampiños, chapiri ladeado y borla al viento, destacaban por encima de los otros cuerpos.
El primer día nos comentaron que la mayoría de nosotros iríamos destinados al cuerpo de Regulares con sede en Ceuta. La cosa no podía haber empezado peor, pues si era malo ir a Ceuta, para mí forma de pensar en aquellos momentos ir a Regulares todavía era peor, por eso cuando los captadores de la legión, nos reunieron para explicarnos las excelencias de estar entre sus filas, necesité poco tiempo para decidirme, ¡de perdidos al río¡
La captación por parte de los legionarios fue bastante fraudulenta, pues mentían mas que hablaban, solo les importaba llegar al cupo de reclutas asignado y para eso te decían lo que tu querías oír.
Sin tiempo casi para despedirnos de los compañeros de viaje, nos subieron a unos camiones con destino al puerto de Algeciras y de allí en el ferry a tierra Ceutí.

7 nov 2008

VIVENCIAS



En la vida de una persona, hay vivencias que te pueden dejar marcado, por vivirlas tan intensamente que son imposibles de olvidar, una de ellas suele ser la realización del servicio militar obligatorio.

No se puede tomar como una crítica lo que se cuente en estas historias, al fin y al cabo el ejercito estuvo y está formado por personas y actitudes, y son ellos los que hacen el día a día de nuestro ejercito.

La Legión ha pasado durante su historia por muchos vaivenes, desde la Guerra Civil, pasando por la Marcha Verde, hasta nuestros días con las misiones en Afganistán y otros lugares del mundo. En estos momentos, al igual que lo fueron en diferentes épocas, son profesionales y por lo tanto mucho más capacitados, organizados y sensibilizados.

Por el año 1979, eran una minoría, generalmente voluntarios de tres años, los que estaban obcecados con la legión, su historia y su espíritu. El resto eran de la quinta y pasaban olímpicamente del tema, aunque muchos tenían gran cariño hacia el cuerpo. Algunos me podrán llamar "pistolo" o renegado, pero los que han vivido mi época, me darán la razón cuando lean el total de la historia.
Intento ser realista y no cegarme por ningún sentimiento, solo quiero resaltar los acontecimientos verídicos que ocurrieron durante el tiempo que pasé en la Legión.

Éste blog nace con la ilusión de reeditar las vivencias de mi servicio militar. Las "batallitas", que nos contaban nuestros padres y abuelos, son las que ahora podemos contar nosotros a nuestros hijos y nietos, pero por suerte no con el dramatismo de una guerra, la miseria y el hambre.

La historia se irá desgranando a razón de una entrega semanal y aunque será en orden cronológico, la historia irá redactada por temas.